Un objetivo tan ambicioso y complejo como es el de fomentar, desde edades muy tempranas y de manera estructurada, una educación en el respeto de los derechos fundamentales y de la igualdad entre mujeres y hombres, en el ejercicio de la tolerancia y de la responsabilidad, exige una práctica pedagógica que favorezca el diálogo y la reflexión crítica para la cimentación de una cultura de igualdad que, a su vez, permita abordar de manera eficaz, la prevención de la violencia de género desde los inicios del proceso de socialización y educación.