La educación no es solo un instrumento que va a remolque de los cambios que suceden en la cultura, la sociedad, la economía o la tecnología. Al contrario, la educación posee un enorme poder transformador que actúa sobre la cultura y la sociedad y, de hecho, las hace evolucionar. La escuela, es un nicho de interacciones sociales que sirve de campo de pruebas a las nuevas generaciones, en el diverso ecosistema en el que se insertarán en la adultez. En efecto, en la escuela no solo se reproducen procesos, creencias, actitudes, comportamientos, hábitos, etc., en un fenómeno de socialización bien conocido, sino que también se «ensayan» nuevos modelos culturales que serán el germen de una futura sociedad más igualitaria, inclusiva y libre de violencia machista, siendo esta última la que tiene en su ADN, los códigos de todas las violencias que se producen a nivel social.
El profesorado, las educadoras y educadores, son referentes y piezas claves que abren ventanas a la información y al conocimiento, y que favorecen la reflexión crítica, el diálogo respetuoso, el debate y la comunicación, todo ello en un entorno de aprendizaje que aspira a ser co-educativo. Por lo tanto, sin la importante labor que realizamos, nada de esto tiene sentido. ¿Contamos contigo?